Se perfectamente que apostar contra una mujer es lo peor que se puede hacer, ya que siempre se suele perder (incluso ganando la apuesta).
Pero en este caso creo que las tengo todas conmigo, así que me he arriesgado.
La cosa surge durante una comida, la charla lleva de un tema a otro hasta que se toca el tema más íntimo. Los comensales, divertidos, participan casi todos con su granito de arena y al final una dama me reta.
– Que te apuestas que …
Bueno, el caso es que después de perfilar un poco la apuesta (que no puedo contar por aquí, por no ser para todos los públicos), tengo hasta finales de año para «vencer» a mi dama oponente en ella.
Así que, según mis previsiones, para finales de año tendré una apuesta ganada, de la que queda perfilar un poco mejor el premio, que es algo que no ha quedado del todo claro.
Ahora la moraleja. Nunca apostéis con una mujer, siempre se pierde. Yo en este caso es que lo tengo muy claro, pero no hagáis nunca lo que yo hago ;)